Durante el proceso de
envejecimiento se van produciendo cambios internos y externos en la persona,
los órganos ya no funcionan de la misma manera, y por lo tanto no cumples sus
diversas funciones de manera óptima.
Los hombres presentan distintas
enfermedades donde sus testículos se ven afectados, por lo tanto la producción
de testosterona o prolactina se altera e influye negativamente en el deseo
sexual o en la contención de orgasmo.
Por otro lado, distintas
enfermedades como vasculares, la artrosis, diabetes, la enfermedad de
Parkinson, alcoholismo, y determinadas enfermedades crónicas también pueden
ocasionar los mismos trastornos. Otro factor, es la eyaculación precoz, muy común
en los hombres mayores, se caracteriza por la expulsión del esperma en cuanto
el pene ha sido introducido a la vagina, dicha situación frustra tanto al
hombre como a la mujer.
La impotencia, es otra disfunción
que repercute negativamente en la actividad sexual del varón, ya que surgen dificultades
para que el pene adopte la posición erecta. Por último, la autorepresentación
de un envejecimiento inútil, la dermatitis crónica, la pérdida de vello púbico,
calvicie, pérdida de piernas o brazos, afectan al autoestima o propician el
rechazo de la pareja, lo cual va propiciar que aparezcan disfunciones sexuales
como la impotencia.
Fuente: Muñoz, J. (2002). Psicología del Envejecimiento.
Madrid: Pirámide. 204 pps.