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El equilibrio de la autonomía e
independencia va cambiando conforme se acerca la vejez, ya que durante esta etapa las
personas mayores necesitan establecer un equilibrio entre la seguridad que
proporciona su entorno que les apoya y la autonomía que puede fomentar un
entorno estimulante.
Durante la vejez pueden aparecer
muchas enfermedades o ciertas dificultades para realizar las actividades diarias,
por ello, el adulto mayor requerirá una atención especial, entonces es ahí,
donde la familia interviene y proporciona ayuda económica, física y emocional. Sin
embargo, muchas veces ese apoyo brindado suele ser mal interpretado por el
adulto mayor, sintiéndose inútil, poco productivo y como una carga para todos
los miembros del familia, es por ello, que se debe estimular a la persona mayor
para que pueda realizar actividades que estén a su alcance, hacerles participar
de las decisiones de la familia y sobre todo brindarle mucha atención y amor.
El apoyo que le brinde la familia no debe
perjudicar la autoconfianza, la autonomía personal y la autoestima del
individuo, ya que los ancianos temen de esas dependencias y luchan contra ellas,
pudiéndoles afectar con una fuerte depresión, tensión y preocupación.
Mientras el adulto mayor pueda
realizar sus actividades por sí solo, los familiares o su entorno próximo deben
apoyar, ya que de esa manera ellos se sentirán productivos, activos y les va
permitir sentirse bien consigo mismo, por ello, la autoestima y la autoeficacia
no se verán afectadas.
Fuente: Schaie, K., Willis,
S. (2003). Psicología de la edad adulta y la vejez. Madrid: Pearson Prentice Hall. 609 pps.
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