Durante el proceso de
envejecimiento tanto el hombre como la mujer experimentan cambios físicos de naturaleza
hormonal, vascular, neurológica y también relacionada a la ingesta de
medicamentos. Todo ello, trae consigo cambios en el funcionamiento de nuestros órganos,
así como también, cambios en el comportamiento.
Entre las disfunciones más
comunes de las mujeres se tiene a la dispareunia, que se caracteriza por
intenso dolor que percibe la mujer durante la penetración en el acto sexual,
ese dolor se debe a la poca lubricación
de la vagina o al padecimiento de las infecciones vaginales. Algunas mujeres
que no reciben tratamiento de estrógenos también perciben ese intenso dolor
durante el coito.
La anorgasmia es otra disfunción sexual
que se manifiesta en las mujeres durante el transcurso de su vida, y se
caracteriza por la falta del placer sexual, es decir, la mujer se siente
incapaz de percibir el orgasmo.
Por otro lado, la incontinencia
urinaria está relacionado con el mantenimiento de las relaciones sexuales
satisfactorias, ya que las personas mayores que padecen de esta, tienen miedo
que durante el acto sexual suelan tener alguna fuga de orina.
En las mujeres de 75 años la
anorgasmia puede sobrevenir por el envejecimiento de los tejidos del bulbo
uretral, ya que con el transcurso de los años los tejidos se van arrugando y
están mal hidratados o irrigados, por lo cual se desencadena una dispareunia y
la anorgasmia.
Por último, no se puede dejar de
lado que distintos factores como los económicos, sociales, el cambio de
domicilio, la jubilación, la muerte de un allegado y otros trastornos
afectivos, influyen negativamente en el mantenimiento de una sexualidad activa
y normalizada.
Fuente: Muñoz, J. (2002). Psicología del Envejecimiento.
Madrid: Pirámide. 204 pps.
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